Una extensa caravana de migrantes de Centroamérica, Venezuela, Cuba y otros países atravesó México el domingo en dirección a la frontera con Estados Unidos. La procesión se produjo pocos días antes de que el secretario de Estado, Antony Blinken, llegue a la Ciudad de México para negociar nuevos acuerdos para controlar la oleada de migrantes que buscan ingresar a Estados Unidos.
La caravana, estimada en unas 6.000 personas, muchas de ellas familias con niños pequeños, es la más grande en más de un año, una clara indicación de que los esfuerzos conjuntos de la administración Biden y el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para disuadir la migración están siendo insuficientes.
La caravana de Nochebuena partió de la ciudad de Tapachula, cerca de la frontera sur del país con Guatemala. Las fuerzas de seguridad observaron lo que parecía ser una repetición de tácticas pasadas cuando las autoridades esperaron a que los manifestantes se cansaran y luego les ofrecieron una forma de estatus legal temporal que muchos utilizan para continuar su viaje hacia el norte.
Llevamos tres o cuatro meses esperando aquí sin respuesta, dijo Cristian Rivera, que viaja solo, después de haber dejado a su esposa e hijo en su Honduras natal. Ojalá con esta marcha haya un cambio y podamos obtener el permiso que necesitamos para dirigirnos al norte.